jueves, 13 de noviembre de 2008

El deporte en Brasil (II-B)

EL DEPORTE EN BRASIL (IIB)
B) PRÁCTICA: REALIDAD Y PORMENORES


Y así que me levanté directo para hacer unas compras, cocinar un poco, recargar hasta las orejas y descargar en el tatami. Ese día venía a practicar con nosotros en el gimnasio quien había sido campeón del Brasil en varias ocasiones, así que me esforcé en hacerle unos buenos placajes, la única carga con la que me sentía enseñado, en confianza. Fue bien combatido el tema y, en el cuerpo a cuerpo, lidiaron tanto las técnicas de uno y otro lado del charco como el espíritu de supervivencia de uno y otro lado pero, en este segundo caso, apenas se pudo distinguir diferencia alguna. Así que tras hora y media de actualización, y con el grato sentimiento de la buena forma, me dispuse a avanzar en los pormenores de la futura conferencia, la posible futura conferencia.

Y mis mentores no pusieron pega alguna, así que me puse a recopilar datos. Exploré en la web del fcbarcelona y, tras un chequeo estructural y de contenido, me sumergí en las aguas de la Fundación, aquél corpus del fcbarcelona que está orientado a regar la dimensión de responsabilidad social de una gran empresa multinacional que es, a su vez, reclamo ideológico en el plano deportivo. Me maravilla el volumen de trabajo realizado por esta entidad en este sentido y, también, la dirección en la que se mueven esas labores, así que, como si fuera el médico de mi propia salud, me puse a auscultar las resonancias de ese orgánico latir. Recuerdan que les hablé de la importancia de un horario? Así empieza uno de sus recursos pedagógicos, que yo intenté aplicarme a mí mismo.

Y entonces fui a ver al Superprefeito, esta vez en la misma Prefeitura. Bárbara estaba teniendo problemas para cobrar sus prácticas como monitora y debía ver a su responsable, don Superprefeito, así que la acompañé para, en la misma visita, buscar una aproximación a la futura realidad de lo que, hasta el momento, era un soporte teórico a una conferencia sólo planteada. Don Superprefeito vistió improvisadamente una sonrisa de vestíbulo, y me enseñó planos de edificios, y trofeos, y cuando vino a cuento me preguntó si estaba en el cuento que en el Complejo también iban a hacer jiu-jitsu, y me presentó al director de proyectos deportivos y a un ex-campeón olímpico para Brasil, en la disciplina de voleibol, que actualmente estaba a la cabeza de la gestión económica de los proyectos deportivos de la Prefeitura. Me vino con el cuento que iríamos a visitar el Complejo cualquier día, y me citó para conocer al Director de la Universidad de la UDESC en un par de días. El problema de Bárbara, pese a ser de su responsabilidad, no se solucionó: y ése era el cuento. Parecía el cuento de nunca acabar y, como todo seguía igual, ya en el vestíbulo él seguía vistiendo una sonrisa improvisada. Con tanto cuento chino salí de su despacho intuyendo quién iba a ser el siguiente en tener problemas de cobro, en aplicarse el cuento.

Y cuando me presentó al Director, en el mismo Auditorio donde tendría lugar la conferencia, la posible conferencia, tuve la sensación constante y punzante que ese hombre estaba guardando un tesoro recelosamente: se trataba de su terreno, como pude comprobar. Cuando tras un par de bromas, y muy humildemente, le expuse la situación de tal afán que entrevió mis pocas expectativas a tener un pago de la Universidad, empezó a mostrarme sin tapujos su docilidad, ternura y disposición. A menudo tengo la sensación, cuando hablo con brasileños, que viven el ego peleándolo muy a flor de piel. Desde la sinceridad de quien piensa en hacer un trabajo bien hecho, les expuse a grandes trazos el planteamiento interactivo de mi exposición, para lo que se convertía en una necesidad insoslayable el disponer de una pizarra, de un rotulador, y de tantas hojas en blanco como audiencia en la sala. En ese momento les miré fijamente y con sonrisilla buen rollo: supongo que, en ese momento, captaron el ataque de mi silenciosa y oportuna emboscada defensiva, que sugería que el hecho que no pagaran no les eximía de ser profesionales. Se sobrepusieron y, avanzando filas, asintieron: no habría problema. Les expliqué que intentaría dirigirme a los tres tipos de público mediante juegos didácticos, charlas con reflexión y diapositivas paradigmáticas. El objetivo iba a ser hablar del fcbarcelona desde la perspectiva del alumno en primer lugar, desde la mía propia en segundo lugar y desde la del fcbarcelona, a través de su propia página web, en tercer lugar, a la que seguiría el turno de preguntas y respuestas. El Director de la Universidad estaba encantado con la organización colindante. Entonces, les expliqué que todo ello quedaba aún supeditado a la aprobación de mis mentores. Pese a que aún en ese momento no sabían que ese permiso ya estaba concedido, el Superprefeito estableció la fecha definitiva: miércoles 12 de Noviembre. Y el tema definitivo: estructura general del fcbarcelona a través de su página web. Faltaban aún dos semanas para la fecha, y ya había transcurrido una desde nuestro primer encuentro en la cancha de básquet.

Y me molesta que me presenten a gente cuando el motivo de la visita es un problema de cobro. Me quedo sin palabras cuando se hace el loco aquél a quien asertivamente uno expone que todo trabajo tiene un valor, incluso el voluntario. Me quedo perplejo cuando siento de primeras, en el otro, una defensa acérrima del terreno propio, sin conceder al terreno neutral de la frontera una flexibilidad y una oportunidad que permita una circulación más libre y rica entre territorios diferenciados: el atrincheramiento lo relaciono con la hostilidad. Me indigna que se pisoteen tantas intenciones de cordialidad y trato ecuánime y se imponga un criterio sin haberse erigido como tal. Me subleva que en la valoración de un trabajo bien hecho –o que lo pretende, al menos- los intereses propios de quien precisa ese servicio velen todo reconocimiento y toda gratitud hacia quien le provee, y que, en ese ofuscarse, los árboles refulgentes de aquél no le dejen ver el bosque, que no es de él, que es ajeno. Reacciono ante la falta de humanidad de quienes somos sus peones.

Y tras descargar en una nueva sesión de rugby europeo contra jiu-jitsu brazilian y recargar con un zumo de frutas fresco y una ducha refrescante, al abrigo del descanso merecido lo veo todo un poco más sosegadamente. Y concluyo que nada de lo que me han mostrado me lleva a dar la conferencia. Sin embargo pienso en la oportunidad en sí, y concluyo que la oportunidad, como tal, uno puede o debe concederla y uno puede o debe tomarla. Estamos? En el plano de concederla, si se confirman todas las intuiciones propias –negativas-, uno ya tiene la realidad suficiente como para marcar su terreno con argumentos, de modo que no es tan simple el error de equivocarse. En el plano de tomarla tenemos que, en el ámbito personal, dar esa conferencia supone un reto como ponente y una opción única de conocimiento como Humanista y como culé.

Y de esta guisa llamé a Don Superprefeito para confirmarle que tanto desde el Club como desde el Máster aprobaban que el presente, un servidor, ejecutara esa conferencia, y le recordé, con afán, que la realidad de una pizarra, un rotulador y hojas para los presentes no se podía soslayar. A su vez me habló sobre la conveniencia de hacer una divulgación acertada del evento, que él se iba a encargar, y yo le hablé de lo óptimo que sería encontrarnos de nuevo, también con el Director de la Universidad, para exponerles y mostrarles detalladamente mis planes y ellos poder sugerir, retocar, indicar dónde dedicar menos tiempo, dónde incidir más… hablar de la divulgación acertada del evento… esas cosas. Me invitó a cenar espagueti de toda la vida en su chalet de última generación, y volví al afán para recordarle y hablarle de todo aquello y asintió, un poco de soslayo, ya que a su mujer la tenía en diagonal. Dijo que me llamaría esos días para concretar la cita con el Director y no llamó. Llamé y no atendió. Imagino que irían muy ocupados, o eso dijeron más tarde, demasiado tarde –si atendemos sólo a mi previsión de las cosas.

Y tenemos entonces que tras tres semanas indagando sobre cómo verter la sabiduría de un modo lo más ajustado a la realidad -según mi perspectiva de las cosas, claro-, el Superprefeito me llama el día 10 de Noviembre para reconfirmar la conferencia, y dice que me llamará el mismo día 12 para ir de la mano en el Auditorio. No me llamó ese día, y estuve al canto de un duro –o debería decir de un céntimo a estas alturas?- de aprovecharlo como excusa, ya que andaba medio agraviado por el trato desigual, injusto, que recibía. Llovía ese día, como siempre, y estuve al canto de un céntimo de tomarlo como excusa, ya que pese a haber estado ensayando la charla una y otra vez, volvieron a existir, como siempre, esos momentos en los que recala un singular miedo escénico que te esparce sobre la mesa la fortuna de las cartas de la cobardía.

Y sé lo que cuesta escapar después del sentimiento de no haber sido, así que fui.

Y llegué bien puntual. Cuando bastantes minutos más tarde el Superprefeito me vio escondido tras el chubasquero, miró el reloj de su móvil y se extrañó de que no le hubiera llamado: ‘No me has llamado, verdad?’, me dice, con una expresión a la que aún se le percibieron destellos de error, pese a su esfuerzo. Te juro que sospechas ya las había tenido –por algo le insistí tres veces en el asunto-, pero fue en ese momento cuando intuí que ese hombre era capaz de no haber traído la pizarra. Mi previsión había contado con esa fatal posibilidad –ya que para hablar en público hay que prever al máximo porque, aun así, surge el imprevisto-, y también me había cuidado de clasificar en carpetitas diversos documentos, los cuales podían avalar las distintas respuestas que yo fuera a dar a las diferentes preguntas que el coro ahí sentado pudiera formular. De la misma manera había incluido documentos de marketing, de su interés y el de sus alumnos. Pero Dios, el tema de la contraprestación se podía soslayar, de acuerdo, pero la pizarra no hijo mío, la pizarra no.

Y veamos.

Y entramos y me pongo a preparar el ordenador. Me presenta a un ponente que me precede: es el delegado que representa a la candidatura de Florianópolis como sede en el Mundial’2014. También tiene un cargo en la política y otro en alguna que otra comisión. Con tanta presentación, y tanto hablar, y tanto él, y luego él y más él, pienso que voy a nominarle Superprefeito 2. Perdí el interés en su persona cuando, tras un par de truquitos, me cercioré que éste Superprefeito tampoco me escuchaba. Su exposición fue bien olvidable y aburrida: ególatra vanagloria, superficial y redundante, en formato PPT. Terminó y muchos de los alumnos se tuvieron que ir: parece ser que sus profesores no les pudieron liberar de la siguiente clase por la proximidad de los exámenes. Se quedaron unos 50, los alumnos de marketing del Superprefeito 1, lejos de los 150-200 que me divulgó en plena campaña. Muchos cuentos éstos del marketing.

Y va el Superprefeito 1 y curiosea en mis documentos. Y ve uno muy elaborado, un plan de mktg. Y le pregunto sobre mi pizarra. Y mira de soslayo. Y echa la culpa a no sé quién: la pizarra no está. Y abre el documento, sin consentir apenas consentimiento, y los ojos le hacen chiribitas. Y quiere que hable de esas diapositivas, 40 minutos, y quizás al final si queda algo de tiempo nos vamos a la web. Y el ‘Superprefeito 2’ se había demorado en los insoslayables detalles de sus múltiples y privilegiados viajes a Europa para disfrutar de escogidos conciertos de música con sus amigos, de modo que nuestro Superprefeito me dice que tengo sólo una hora.

Y yo estaba escuchando retumbar fuertemente los tambores de guerra en mi interior. No sabía si, dado el entorno, debía ponerme a bailar la danza de la lluvia. Tuve el espanto de que pudieran escucharse los tambores desde afuera también, pero me obligué rápidamente a mostrar de mí sólo el profesional, ya que era fácil darse cuenta de que, independientemente de todo, para esa audiencia yo era fcbarcelona. Así que ensayé allí mismo, improvisadamente, la difícil y pretendidamente flexible sonrisa del 'no pasa nada': pese a no merecerlo, pobres, tuvieron que tragarse cuarenta aburridísimos minutos de diapositivas PPT. Tuvieron antes, eso sí, como apertura inolvidable, su pequeño momento de gloria en el bloque ‘Qué es para ti el fcbarcelona?’ Sin estadística, claro, y sin bola deportiva, qué pena, pero generó el suficiente mediano alboroto como para alterar el orden desordenado de las cosas. Así que la atención empezó a alzarse hasta los baremos que le dan el nombre, con tanto juego interactivo entre amigos y enemigos, y entonces les captivé hacia mi anécdota personal. Debía haber dejado escrita una fecha desde el principio de mi intervención en una de las hojas de la pizarra, sin explicar nada del porqué de ella. De todos modos, mi pequeño discurso empezó así:


‘22 de febrero de 1991: ese día lloré por el fcbarcelona. Lloré más veces: alguna por una victoria dramática, las más por derrotas que humillan algún combatiente que guerrea en tu interior; mas no me refiero a esos llantos, de algún modo, más comunes. Me refiero a un plañido a lágrima viva, a una anónima imploración en vocativo. No recuerdo muy bien la anécdota que me hizo romper a sangrar por dentro, pero sí recuerdo que pensé que si un día el presidente de ese club tuviera la oportunidad de escuchar lo que andaba aconteciendo, ese día no iba a permitir que procediera ese caminar, ese juego desleal. Para mí el fcbarcelona es una forma de reivindicar lo justo. Reivindicar lo justo a través de la excelencia; reivindicar la excelencia a través del deporte; reivindicar el deporte a través de la camiseta; reivindicar la camiseta a través del escudo; reivindicar el escudo a través del corazón; reivindicar el corazón, que palpita a través de cada uno, a través de un palpitar común; reivindicar el palpitar común cada vez que se acelera con un tanto, cada vez que se extasía con una victoria, cada vez que las cosas están en su sitio y tienen su lugar, y reivindicarlo también, al palpitar común, cada vez que sucede lo contrario. En el fcbarcelona hay un palpitar común que reivindica lo que es justo a través de lo mejor que cada uno supiera dar, y ese día me hervía esa sangre en llanto loco al verlo apagar’.



Se hizo un silencio sepulcral en el Auditorio: no se movían ni las pestañas. Fue una pena que no pudiera enlazar ése segundo bloque con la visión que tiene el club sobre sí mismo, expuesto para todo el mundo en su página web, y tener que trocar esa universalidad, de la que todos habíamos participado durante la conferencia, por la visión sesgada que el mktg pudiera dar a unos alumnos de universidad. Pero así tuvo que ser. Sin embargo, apurando ya los 40’ previstos por don Superprefeito para esa enumeración de titulares, aproveché una diapositiva en la que se comparaban datos del fcbarcelona y del Real Madrid C.F. para, en un truquito de esos de mago en el escenario, cambiar un poco el tono y decir: ‘Fíjense, ayer mismo el Avaí –es uno de los dos clubes de fútbol de Florianópolis- ascendió matemáticamente a primera división’. Hubo un pequeño revuelo de esas almas escarbando en la profundidad de sus sentimientos. ‘Todos los clubes hermanan un sentimiento común, que responde a un origen, a una originalidad histórica pero a su vez de contenido: cada club tiene una idiosincrasia, y por eso en Florianópolis tenemos a seguidores del Figueirense y a apasionados del Avaí’. Entre un barullo ellos pensaban en el Avaí y el Figueirense, eternos rivales en la isla, y asentían.

Y aproveché esa situación, a la que añadí complicidad, y proseguí con mi plan. ‘Y qué distingue entonces al Avaí del Figueirense? Cuál es la originalidad de cada cuál?' Hubo una pausa. 'Y al Barça del Real Madrid?' Tras un silencio puse voz de maestro de secundaria y me solté con un regalo: 'A ver, por ejemplo, ustedes que son alumnos de marketing, díganme, qué opinan de la pionera acción de mktg del fcbarcelona con respecto a su sponsor Unicef, al cual paga dinero y no recibe? Creen que es una buena acción de mktg? Qué vende y qué compra un club que invierte el valor del intercambio? Se trata de una idea de responsabilidad social? De justicia corporativa? De negocio? Qué dice de su idiosincrasia? Los países de las Naciones Unidas se comprometieron en 1970 con una Resolución, la 2626 creo, en la que se planteaba la conveniencia de aportar un 0.7% del PIB a fines sociales. Se ha dado que hasta el 2002 sólo cinco países del norte europeo estaban cumpliendo su palabra: Estados Unidos, hoy en día, por ejemplo, sigue aportando tan sólo un 0.11%. Pues resulta que una entidad deportiva como el fcbarcelona ha decidido destinar el 0.7% de su presupuesto a su Fundación, la cual lleva a cabo toda una serie de proyectos educativos, en el ámbito del deporte, tanto en la esfera local, como la nacional y la internacional. A ver si podemos verlo con mayor acierto: si visitamos la página web y clickamos en fundación…’

Y miré de soslayo al Superprefeito, que parecía conforme con ese revulsivo rescatado de las cenizas del silencio sin respuesta, de modo que terminamos paseándonos por la web del fcbarcelona en medio de un silencio expectante, y de la Fundación a sus proyectos, y de sus proyectos a cómo se llevan a cabo, y de ahí a su financiación, y de allí a las cuentas del club, y de allí a su estructura general, a su estructura deportiva, a sus medios, sus noticias, su historia, su origen y su fundación, la otra. Di por terminado mi camino circular y algún osado alumno prosiguió con una pregunta. Miré de soslayo al Superprefeito, que dijo que como no había más clases a continuación podíamos continuar –qué guasón, ?a continuación continuar'-, y se dieron treinta minutos de preguntas y respuestas, avaladas ellas con documentos en carpetitas, y siguieron, después de unos aplausos recíprocos, otros treinta minutos de atención personalizada a algunos alumnos que, básicamente, querían trabajar de algún modo para el fcbarcelona.

Y el Superprefeito me entregó un diploma. Lo miré de soslayo y me percaté que nunca había visto tantas faltas de ortografía en tan poco espacio. Mi nombre por lo menos tenía un error por sílaba. Con tanta atención personalizada terminé por olvidar el diploma encima de la mesa.

Y hoy día pienso que, si este genio del deporte, que brega en todos sus planos, tiene la suficiente humildad de soldado como para dirigirse aquí de nuevo -a lo que podemos llamar ahora mi terreno-, le voy a pedir que empiece por escribir bien mi nombre, que mi nombre es Joan Francesc Rosell i Güeto, y me gusta ordenarlo así.

Y es que el cuento con el que viene es ya un cuento largo, y que se quite de cuentos que ya no quiero cuentos con él. Que lo suyo es mucho cuento, que me provee de disgustos sin cuento y, a disgusto, ya lo que me cuente va de cuento. Y por ahí, no es cuento, se acabó el cuento. Quebradizo cuento de la lechera el de la frágil y pobre voluntad ingenua y sincera.

Contando ya con edad de apuntar a diana, no consigo afinar el calibre de las cuestiones personales y, cual Cupido, sigo apuntando. Supongo que debiera plantearme las cosas de un modo, simplemente, más profesional. O debiera decir menos?

¡ALLÁ cuentos!