jueves, 27 de noviembre de 2008

Qué clase, en clave San Francisco, claro

He seguido con mis clases de jiu-jitsu, mis tareas en el hogar y mis mapas. En cuanto a esto último, me he sorprendido claramente al poner en claro que en algunas regiones clave que vamos a visitar aún perviven despojos de la cultura indígena, la clase de cultura que se desarrolló propiamente en el lugar. Algunos de sus rasgos quedan fijados todavía en los nombres de lagos o poblados, e incluso quedan algunas ruinas muy bien conservadas y aún viven y conviven gentes de sangre guerrera y ascendencia india conocidos comúnmente como nativos. Siempre se inmiscuye cierta nostalgia cuando uno lee textos o estudios sobre ese momento histórico en el que se encontraron dos civilizaciones de desenvolvimientos tan dispares. A mí me gusta aprovechar lo poco que conservamos de esos conocimientos excluidos para imaginarme cómo eran las otras maneras de interpretar el mundo y de relacionarse con él. Y me sorprendo. Los españoles fuimos claros invasores de esas culturas y parece ser que nuestro espíritu de clase se encargó de clarear los bosques de cualquier otro espíritu. En espera de tener yo mejor clarividencia, se escribe que el clarinazo de nuestra llegada al Nuevo Mundo devino en una claudicante clarinada. Fuimos y somos responsables de despojos de esos pueblos a uno y otro lado del océano, y lamento clamorosamente que hable por nosotros el claroscuro de las ruinas arqueológicas. Y me sorprendo. Pese al embargo, en nuestra lengua castellana podemos todavía ostentar despojos indígenas, gracias a dios o a los espíritus, y palabras que empiezan por ‘cla’, de la familia de las plantas, tienen su raíz -y nunca mejor dicho-, en el ‘tla’ nahua, que significa cosa. Es fácil imaginar la derivación del ‘tla’ en ‘cla’ cuando uno percibe un sonido oclusivo al principio de la garganta cuando emite el sonido [tla] desde el paladar. Es sorprendente. La primera palabra que registra el diccionario castellano con esta raíz es el ‘claco’, una moneda de cambio, qué agradable sorpresa y casualidad. A continuación nos registra el clacopacle, una planta aristoloquiácea típica del bosque tropical, cuya raíz se hunde en el nahua ‘tlacotl’, que significa vara, una rama limpia de hojas o también un tallo largo que sale del centro de algunas plantas y sostiene flores. Me sorprende también, un clásico de este párrafo, que la raíz griega Kladós, que significa también rama, tenga una cacofonía tan hermanada a la nahua, pese a la distancia en el tiempo y en el espacio que les separa. O no. Y me alegro que aún podamos aprovechar algún despojo, por muy aristoloquiáceo que sea.

También he estado comunicándome con España en este tiempo, tanto por vía mail, vía skype, facebook y teléfono. Me gusta comunicarme con los míos, es una agradable sensación recíproca de estar aquí y allí. A medida que se va acercando el día de mi partida voy ultimando algunos detalles. De los 20 kg de equipaje que Swiss Air me dejó facturar, 8 correspondieron a páginas de periódico que mi abuela había ido recortando y guardando para mí durante los últimos cinco años. Se trata de la última página de La Vanguardia, la cual se destina a una sección llamada “La contra” y consiste en una entrevista que se concede a alguien que ha realizado algo peculiar, relevante, como correr una maratón por el desierto con un problema serio de hígado o viajar por el mundo en silla de ruedas o, desde un punto de vista más claustral e igualmente panorámico, haber publicado un libro o un estudio recientemente. Cada vez que fui a visitar a mi abuela durante estos cinco años me entregó las últimas ‘contras’ y nos poníamos a leerlas y a comentarlas. Lo combinábamos con tantas otras charlas durante mi visita, en la que a menudo saldríamos a pasear o iríamos a comer a “Ca La Iaia” o a visitar chatarrerías o vertederos. Le encantaba aprovechar las cosas, aprovecharlo todo, y se quedó alucinando el día que fue a la planta de reciclaje y le explicaron personalmente cómo se procesaban los residuos y qué se podía aprovechar para hacer después con ellos. No iba a verla durante prácticamente un año, así que decidí llevármela en el corazón y en el equipaje del viaje, claro.

También la llamo, cada semana, aunque a veces está durmiendo y no atiende, o simplemente está muy cansada, o no está de humor, pero a veces tengo suerte y hablamos un buen rato. Es complicada la comunicación pero nos sirve para decirnos que nos queremos y que estoy muy feliz. Sobre todo le gusta oírme decir eso, que estoy muy feliz, y me pregunta por la ‘xicota’, como no dejó de hacer desde que tenía 14 años. Mi último día en Brasil tuve suerte. Pude hablar con ella y decirle que me iba a América. Ella me decía que se estaba muriendo. Tiene 91 años, aunque siempre hacía broma con respecto a su edad porque explicaba que había nacido un 29 de febrero, de modo que siempre fue tan joven como todos nosotros. Estaba viviendo con mis padres estos días, porque se había caído. Dormía en mi cama. A mí me gustaba que durmiera en mi cama. Le dije que no se iba a morir, que estaba un poco pachucha por lo de la caída y que había días que las cosas se veían diferente. Mis padres me explicaban que tenía días de una lucidez que asustaba y otros que apenas abría un ojo y sólo quería dormir. Estuve contento de haber tenido suerte, sentía que si sabía que cada semana la estaba llamando, como cuando la visitaba a su casa, ella no sentiría que las distancias habían mudado tanto. En realidad, esto de las distancias, para estas cosas del corazón, es bien relativo. No podía llevarme las contras en la mochila del viaje del viaje, de modo que encargué a Rita, la casera, que me hiciera una de esas cajas de cartón. Ella se dedica a eso en sus ratos libres, hace cajas de todos los tamaños y colores y, los domingos, pone su puesto en el mercadillo de la Lagoa. Accedió encantada hace tres semanas, pero aún no la ha podido hacer.

He podido hablar con la familia y los amigos, y tanto Bárbara como yo tenemos el itinerario de los dos primeros meses de ruta bastante claro. El último mes, el tercero, será en Brasil, con amigos de Barcelona, de modo que lo iremos concretando con ellos también, aunque los tramos que precisan vuelo ya los he podido solucionar esta semana, un día antes de volar a SF. La maleta ha sido fácil de hacer, ya que vine con 4 kg de ropa a Brasil, de modo que me lo llevo todo. Se lo he dejado preparado a Bárbara para que lo cargue en la mochila grande que compré. Se la dejo para que añada allí su ropa, qué miedo me da, y yo me voy a SF con la maleta de mano con apenas unos libros, el portátil y un par de mudas.

Sale el sol el día que me voy, es un día claro. Reluce. Rita nos acompaña al aeropuerto. Bárbara se queda conmigo. La compañía Gol me dice que no puedo subir al avión con más de cinco quilos. Sólo la maleta y el ordenador ya los pesan, no puedo rebajar más mi equipaje, creo. Le explico que debo hacer enlace en Sao Paulo y dispongo apenas de una hora para hacerlo. Mira a derecha y a izquierda y me dice que la suba pero, que si hay cualquier problema, la deje en un asiento libre o algo así. Se lo agradezco, me despido, me demoro, me voy.

Observo la isla tras el despegue. Me habría gustado sacarle unas fotos, pero me doy cuenta tarde. El vuelo fue perfecto. Ya en Guarulhos me río con los paneles de ‘transferencia’ y sus reminiscencias. Le pido al joven que sella el pasaporte que me estampe también el libro de Charlie. Le sale una sonrisa. Salgo de Brasil. Y llego a Dallas. Toca hacer la cola de inmigración y rellenar el clásico formulario. Lo hago con un punta fina rojo, el que tenía a mano, y la chica que me ayuda a rellenarlo de nuevo con un pertinente bolígrafo negro me muestra interés sobre mi procedencia y mi destino. Le hablo de Charlie y se entusiasma. El policía que estampa los pasaportes me pregunta que dónde voy a vivir. Le digo que en casa de un amigo que ha escrito un libro el cual voy a traducir. Se lo enseño, se lo mira, se interesa por él y ya le empieza a cuadrar todo. Le pido si por favor me lo podría sellar. Accede. Accedo a los USA. El aeropuerto de Dallas es enorme. Despegamos. Aún no son las seis de la mañana y me fijo en las transitadas carreteras desde lo alto. Es impresionante el tráfico que tiene esta ciudad tan pronto por la mañana. Fotografío el amanecer, desde pequeño que presiento la perspectiva desde el aire como de lo más sabia y privilegiada. Qué panorámica. Clarea.



























Llego 15’ antes de lo previsto y me lío un cigarrillo. Cuando llega Claus aún estoy con el cigarrito. Cómo me gustan esos momentos de reencontrarse, me quedo como que el fluir de la emoción viene a desembocar y no tiene como zambullirse en las angostas líneas de la expresividad. Hay mucho más a desbordarse. Claus se extraña-maravilla de mi porte: zapatillas de verde claro, pantalón verde militar aclarado repleto de bolsillos, chaqueta color caqui, menos aclarada, mismos bolsillos sin fin, mismo toque, mismo palo, y cinturón a juego. “Joder Francesc, ¡eres un explorador!” me dice, y nos reímos hasta las orejas. Yo me miro y me quedo clavado, ni me había dado cuenta de los aires con los que había llegado a San Francisco, aunque saqué muchas fotos desde el avión. Charlamos mientras termino el cigarrillo: coches ecológicos, lluvia en Brasil, clases de psicología clínica de nuevo en la universidad… Le cuento que he clarificado el don solar del que presumía yo en anteriores visitas que le hice a lugares tan poco acostumbrados al sol como Inglaterra, Austria o Suiza: no era exactamente tan solar como lo habíamos establecido. En realidad, mi don no es traer el sol conmigo, sino mudar el clima del lugar a donde voy. Es por ese motivo que en Brasil hemos tenido lluvia 77 de los 80 días en los que estuve. Claus me dice que no ha llovido en SF desde que él llegó. Subimos al coche, enfilamos la autopista y el parabrisas se pone a escobar las primeras gotas de lluvia. Muy fluido el reencuentro, diría yo.

Vamos a tomar un brunch a 'El superburrito mejicano'. Le encanta el picante. Nos vemos enfrascados en una buena conversación sobre el Charlie bebiendo una cerveza negra, con el Barça-Sporting de fondo y comiendo unos burritos, sabrosos y sencillos. El Barça marca dos veces. Al salir, letras pintadas decorando la pared se despiden con un “Hasta luego amigo. Come again”. Salgo y veo el cartel de una tienda, se llama Barcelona. Y llueve un poquito, qué familiar resulta todo, qué cercano, qué orgánico diría yo. Vamos para la ferretería y nos hacen copias de las llaves de su casa; cruzamos hacia el Harvest Stores, una tienda de mobiliario que está liquidando stock. Claus había pedido una mesa hacía ya un mes, quizás algo más, y estaba ya un poco mosca porque ninguna de las veces que se hubo pasado por allí pudo irse con la mesa, ya que aún no se la habían podido traer del almacén. Entramos, su mesa está en un primer plano protagonista. Entre los dos, imposible de otro modo, la cargamos al coche y la subimos a casa. Vaya, nuevo huésped y mesa nueva, muy rústica. Qué orgánico de nuevo todo, ¿no?

Todo fluye a pedir de boca, y nos preparamos unos cócteles, un auténtico clásico: el Bull Shot. Sorprendentemente, su ingrediente estrella es el caldo de buey, sin grasa: por lo de orgánico, supongo. Y nos ponemos a charlar, y a lo orgánico de las conversaciones sobre mi década de los veinte, la violencia, las decisiones, las entregas, mi estado actual y la relación con el Charlie como un renacer, se le añadían sonrisas acompasadas, eufóricos “pues queda muy bien aquí la mesa” y clarividentes “le da un toque rústico”, “muy rústico”. Después ducha, deshacer maletas, Dirty Martini, gambas con ketchup y rábanos picantes, nos ponemos al día de su práctica psicológica él y de mi estado psicológico yo y partimos hacia el 'Tommy’s Joint', un antro bien popular en el que se puede comer típiquen, bien y barato. Allí probé la típiquen mustard con rábanos picantes, también el salt beef, las bbq beans y la cerveza belga fuerte. Tras tres meses en Brasil echaba de menos la cerveza fuerte. Es costumbre dar un 20% de propina en este tipo de establecimientos, ya que las propinas constituyen el sueldo íntegro del camarero. Pese a que echaba de menos la civilización, hay aspectos de ella que me siguen pareciendo bien agresivos.

Después de cenar nos dirigimos a un par de locales algo más chic. El primero, el 'Press Club', en el 'Four Seasons', ofrece una degustación de vinos. Aunque cierra a las 21.00, nos da tiempo a degustar la catadura de rigor. Desbrozamos el paladar para un análisis organoléptico, en el que resaltaron el impacto de la nota amílica excesivamente pronunciada de las cepas exóticas, la detección olfatométrica y cromatográfica de los elementos volátiles del pinot o la descripción de los aromas frutales de la maceración de las esencias de la piel de uva y sus infusiones coloreadas y aromáticas. Un espectáculo, casi acertamos el que tenía un bouquet cubierto por un manto cítrico y por una papila que no damos en el más malomáctico de todos, que aún no sé qué significa. Qué risas. De allí nos vamos al 'St. Regis Hotel' a tomar unos cócteles junto con dos de las rubias del 'Press Club', quines quisieron alargar la noche con los someliers más extra vagantes que hubieran conocido. La conversación en el Hall principal es bien agradable, aunque tras un gin tonic, a esas horas y tras tantas otras de viaje y con el cambio horario y las emociones y el shock de la civilización y mi sensibilidad a los efluvios taninos y olores floridos, tamizclados, ahumados con notas algo verdes de hojas arrugadas y aromas rústicos de cerezas y frutillas… bien, yo empiezo a sentir que preciso ir a… ir a por el segundo gin tonic.

A esa altura de la noche ya acortamos definitivamente distancias con las confortables y risueñas butacas de justo al lado, donde cuatro chicas, más variopintas que una uva macerando en alcohol, están entablando una conversación mucho menos agitada de lo que van a notar a partir de ese momento. Claus está enrolado en una historia de adicción al sexo que, además de ser un foco de estudio para sus clases de psicología clínica, también le da luces durante las noches orgánicas de SF. Qué escándalo comedido. Ya bien tarde nos vamos hasta Ocean Beach, una playa bien larga y ancha que, como su nombre indica, está orientada al Pacífico y no a la Bahía, en otra vertiente de la ciudad. Empieza en el ordenado y cuadriculado barrio de Richmond y sigue por el ordenado y rectilíneo barrio de Sunset que, como su nombre indica, está orientado a la puesta de sol. Sin embargo, es el claror de la luna el que riela en un mar de reminiscencias adolescentes. Las estrellas de SF, el batir de las olas, su rumor que acompasa la brisa, la arena fresca, las… las luces de una patrulla cuyo ocupante está empezando a multar el coche…!!! Tras una conversación bien fluida de Merlot, el amigo nos perdona la vida y volvemos a casa sin que nos falte de nada. Yo creo que fue Santa Clara, que por algo es franciscana, quien clandestinamente abandonó su claustro en los cielos y se nos apareció para clausular la negociación. Si debo clausurarme en penitencia y enclaustrarme en un convento de clarisas, lo hago sin claustrofobia.

En este punto clave de la clausura, ya en casa de Claus, trato de clasificar el día antes de claudicar. Apenas puedo siquiera clarificarlo, pero con la clareza del claro de luna en Ocean Beach y el clareo tintineante de mis primeros astros en este enclave y la clarífica bondad de Santa Clara bajando al sur, se me aclara la clave: a mí, la clase de este clásico me parece ¡claustral!

jueves, 13 de noviembre de 2008

El deporte en Brasil (II-B)

EL DEPORTE EN BRASIL (IIB)
B) PRÁCTICA: REALIDAD Y PORMENORES


Y así que me levanté directo para hacer unas compras, cocinar un poco, recargar hasta las orejas y descargar en el tatami. Ese día venía a practicar con nosotros en el gimnasio quien había sido campeón del Brasil en varias ocasiones, así que me esforcé en hacerle unos buenos placajes, la única carga con la que me sentía enseñado, en confianza. Fue bien combatido el tema y, en el cuerpo a cuerpo, lidiaron tanto las técnicas de uno y otro lado del charco como el espíritu de supervivencia de uno y otro lado pero, en este segundo caso, apenas se pudo distinguir diferencia alguna. Así que tras hora y media de actualización, y con el grato sentimiento de la buena forma, me dispuse a avanzar en los pormenores de la futura conferencia, la posible futura conferencia.

Y mis mentores no pusieron pega alguna, así que me puse a recopilar datos. Exploré en la web del fcbarcelona y, tras un chequeo estructural y de contenido, me sumergí en las aguas de la Fundación, aquél corpus del fcbarcelona que está orientado a regar la dimensión de responsabilidad social de una gran empresa multinacional que es, a su vez, reclamo ideológico en el plano deportivo. Me maravilla el volumen de trabajo realizado por esta entidad en este sentido y, también, la dirección en la que se mueven esas labores, así que, como si fuera el médico de mi propia salud, me puse a auscultar las resonancias de ese orgánico latir. Recuerdan que les hablé de la importancia de un horario? Así empieza uno de sus recursos pedagógicos, que yo intenté aplicarme a mí mismo.

Y entonces fui a ver al Superprefeito, esta vez en la misma Prefeitura. Bárbara estaba teniendo problemas para cobrar sus prácticas como monitora y debía ver a su responsable, don Superprefeito, así que la acompañé para, en la misma visita, buscar una aproximación a la futura realidad de lo que, hasta el momento, era un soporte teórico a una conferencia sólo planteada. Don Superprefeito vistió improvisadamente una sonrisa de vestíbulo, y me enseñó planos de edificios, y trofeos, y cuando vino a cuento me preguntó si estaba en el cuento que en el Complejo también iban a hacer jiu-jitsu, y me presentó al director de proyectos deportivos y a un ex-campeón olímpico para Brasil, en la disciplina de voleibol, que actualmente estaba a la cabeza de la gestión económica de los proyectos deportivos de la Prefeitura. Me vino con el cuento que iríamos a visitar el Complejo cualquier día, y me citó para conocer al Director de la Universidad de la UDESC en un par de días. El problema de Bárbara, pese a ser de su responsabilidad, no se solucionó: y ése era el cuento. Parecía el cuento de nunca acabar y, como todo seguía igual, ya en el vestíbulo él seguía vistiendo una sonrisa improvisada. Con tanto cuento chino salí de su despacho intuyendo quién iba a ser el siguiente en tener problemas de cobro, en aplicarse el cuento.

Y cuando me presentó al Director, en el mismo Auditorio donde tendría lugar la conferencia, la posible conferencia, tuve la sensación constante y punzante que ese hombre estaba guardando un tesoro recelosamente: se trataba de su terreno, como pude comprobar. Cuando tras un par de bromas, y muy humildemente, le expuse la situación de tal afán que entrevió mis pocas expectativas a tener un pago de la Universidad, empezó a mostrarme sin tapujos su docilidad, ternura y disposición. A menudo tengo la sensación, cuando hablo con brasileños, que viven el ego peleándolo muy a flor de piel. Desde la sinceridad de quien piensa en hacer un trabajo bien hecho, les expuse a grandes trazos el planteamiento interactivo de mi exposición, para lo que se convertía en una necesidad insoslayable el disponer de una pizarra, de un rotulador, y de tantas hojas en blanco como audiencia en la sala. En ese momento les miré fijamente y con sonrisilla buen rollo: supongo que, en ese momento, captaron el ataque de mi silenciosa y oportuna emboscada defensiva, que sugería que el hecho que no pagaran no les eximía de ser profesionales. Se sobrepusieron y, avanzando filas, asintieron: no habría problema. Les expliqué que intentaría dirigirme a los tres tipos de público mediante juegos didácticos, charlas con reflexión y diapositivas paradigmáticas. El objetivo iba a ser hablar del fcbarcelona desde la perspectiva del alumno en primer lugar, desde la mía propia en segundo lugar y desde la del fcbarcelona, a través de su propia página web, en tercer lugar, a la que seguiría el turno de preguntas y respuestas. El Director de la Universidad estaba encantado con la organización colindante. Entonces, les expliqué que todo ello quedaba aún supeditado a la aprobación de mis mentores. Pese a que aún en ese momento no sabían que ese permiso ya estaba concedido, el Superprefeito estableció la fecha definitiva: miércoles 12 de Noviembre. Y el tema definitivo: estructura general del fcbarcelona a través de su página web. Faltaban aún dos semanas para la fecha, y ya había transcurrido una desde nuestro primer encuentro en la cancha de básquet.

Y me molesta que me presenten a gente cuando el motivo de la visita es un problema de cobro. Me quedo sin palabras cuando se hace el loco aquél a quien asertivamente uno expone que todo trabajo tiene un valor, incluso el voluntario. Me quedo perplejo cuando siento de primeras, en el otro, una defensa acérrima del terreno propio, sin conceder al terreno neutral de la frontera una flexibilidad y una oportunidad que permita una circulación más libre y rica entre territorios diferenciados: el atrincheramiento lo relaciono con la hostilidad. Me indigna que se pisoteen tantas intenciones de cordialidad y trato ecuánime y se imponga un criterio sin haberse erigido como tal. Me subleva que en la valoración de un trabajo bien hecho –o que lo pretende, al menos- los intereses propios de quien precisa ese servicio velen todo reconocimiento y toda gratitud hacia quien le provee, y que, en ese ofuscarse, los árboles refulgentes de aquél no le dejen ver el bosque, que no es de él, que es ajeno. Reacciono ante la falta de humanidad de quienes somos sus peones.

Y tras descargar en una nueva sesión de rugby europeo contra jiu-jitsu brazilian y recargar con un zumo de frutas fresco y una ducha refrescante, al abrigo del descanso merecido lo veo todo un poco más sosegadamente. Y concluyo que nada de lo que me han mostrado me lleva a dar la conferencia. Sin embargo pienso en la oportunidad en sí, y concluyo que la oportunidad, como tal, uno puede o debe concederla y uno puede o debe tomarla. Estamos? En el plano de concederla, si se confirman todas las intuiciones propias –negativas-, uno ya tiene la realidad suficiente como para marcar su terreno con argumentos, de modo que no es tan simple el error de equivocarse. En el plano de tomarla tenemos que, en el ámbito personal, dar esa conferencia supone un reto como ponente y una opción única de conocimiento como Humanista y como culé.

Y de esta guisa llamé a Don Superprefeito para confirmarle que tanto desde el Club como desde el Máster aprobaban que el presente, un servidor, ejecutara esa conferencia, y le recordé, con afán, que la realidad de una pizarra, un rotulador y hojas para los presentes no se podía soslayar. A su vez me habló sobre la conveniencia de hacer una divulgación acertada del evento, que él se iba a encargar, y yo le hablé de lo óptimo que sería encontrarnos de nuevo, también con el Director de la Universidad, para exponerles y mostrarles detalladamente mis planes y ellos poder sugerir, retocar, indicar dónde dedicar menos tiempo, dónde incidir más… hablar de la divulgación acertada del evento… esas cosas. Me invitó a cenar espagueti de toda la vida en su chalet de última generación, y volví al afán para recordarle y hablarle de todo aquello y asintió, un poco de soslayo, ya que a su mujer la tenía en diagonal. Dijo que me llamaría esos días para concretar la cita con el Director y no llamó. Llamé y no atendió. Imagino que irían muy ocupados, o eso dijeron más tarde, demasiado tarde –si atendemos sólo a mi previsión de las cosas.

Y tenemos entonces que tras tres semanas indagando sobre cómo verter la sabiduría de un modo lo más ajustado a la realidad -según mi perspectiva de las cosas, claro-, el Superprefeito me llama el día 10 de Noviembre para reconfirmar la conferencia, y dice que me llamará el mismo día 12 para ir de la mano en el Auditorio. No me llamó ese día, y estuve al canto de un duro –o debería decir de un céntimo a estas alturas?- de aprovecharlo como excusa, ya que andaba medio agraviado por el trato desigual, injusto, que recibía. Llovía ese día, como siempre, y estuve al canto de un céntimo de tomarlo como excusa, ya que pese a haber estado ensayando la charla una y otra vez, volvieron a existir, como siempre, esos momentos en los que recala un singular miedo escénico que te esparce sobre la mesa la fortuna de las cartas de la cobardía.

Y sé lo que cuesta escapar después del sentimiento de no haber sido, así que fui.

Y llegué bien puntual. Cuando bastantes minutos más tarde el Superprefeito me vio escondido tras el chubasquero, miró el reloj de su móvil y se extrañó de que no le hubiera llamado: ‘No me has llamado, verdad?’, me dice, con una expresión a la que aún se le percibieron destellos de error, pese a su esfuerzo. Te juro que sospechas ya las había tenido –por algo le insistí tres veces en el asunto-, pero fue en ese momento cuando intuí que ese hombre era capaz de no haber traído la pizarra. Mi previsión había contado con esa fatal posibilidad –ya que para hablar en público hay que prever al máximo porque, aun así, surge el imprevisto-, y también me había cuidado de clasificar en carpetitas diversos documentos, los cuales podían avalar las distintas respuestas que yo fuera a dar a las diferentes preguntas que el coro ahí sentado pudiera formular. De la misma manera había incluido documentos de marketing, de su interés y el de sus alumnos. Pero Dios, el tema de la contraprestación se podía soslayar, de acuerdo, pero la pizarra no hijo mío, la pizarra no.

Y veamos.

Y entramos y me pongo a preparar el ordenador. Me presenta a un ponente que me precede: es el delegado que representa a la candidatura de Florianópolis como sede en el Mundial’2014. También tiene un cargo en la política y otro en alguna que otra comisión. Con tanta presentación, y tanto hablar, y tanto él, y luego él y más él, pienso que voy a nominarle Superprefeito 2. Perdí el interés en su persona cuando, tras un par de truquitos, me cercioré que éste Superprefeito tampoco me escuchaba. Su exposición fue bien olvidable y aburrida: ególatra vanagloria, superficial y redundante, en formato PPT. Terminó y muchos de los alumnos se tuvieron que ir: parece ser que sus profesores no les pudieron liberar de la siguiente clase por la proximidad de los exámenes. Se quedaron unos 50, los alumnos de marketing del Superprefeito 1, lejos de los 150-200 que me divulgó en plena campaña. Muchos cuentos éstos del marketing.

Y va el Superprefeito 1 y curiosea en mis documentos. Y ve uno muy elaborado, un plan de mktg. Y le pregunto sobre mi pizarra. Y mira de soslayo. Y echa la culpa a no sé quién: la pizarra no está. Y abre el documento, sin consentir apenas consentimiento, y los ojos le hacen chiribitas. Y quiere que hable de esas diapositivas, 40 minutos, y quizás al final si queda algo de tiempo nos vamos a la web. Y el ‘Superprefeito 2’ se había demorado en los insoslayables detalles de sus múltiples y privilegiados viajes a Europa para disfrutar de escogidos conciertos de música con sus amigos, de modo que nuestro Superprefeito me dice que tengo sólo una hora.

Y yo estaba escuchando retumbar fuertemente los tambores de guerra en mi interior. No sabía si, dado el entorno, debía ponerme a bailar la danza de la lluvia. Tuve el espanto de que pudieran escucharse los tambores desde afuera también, pero me obligué rápidamente a mostrar de mí sólo el profesional, ya que era fácil darse cuenta de que, independientemente de todo, para esa audiencia yo era fcbarcelona. Así que ensayé allí mismo, improvisadamente, la difícil y pretendidamente flexible sonrisa del 'no pasa nada': pese a no merecerlo, pobres, tuvieron que tragarse cuarenta aburridísimos minutos de diapositivas PPT. Tuvieron antes, eso sí, como apertura inolvidable, su pequeño momento de gloria en el bloque ‘Qué es para ti el fcbarcelona?’ Sin estadística, claro, y sin bola deportiva, qué pena, pero generó el suficiente mediano alboroto como para alterar el orden desordenado de las cosas. Así que la atención empezó a alzarse hasta los baremos que le dan el nombre, con tanto juego interactivo entre amigos y enemigos, y entonces les captivé hacia mi anécdota personal. Debía haber dejado escrita una fecha desde el principio de mi intervención en una de las hojas de la pizarra, sin explicar nada del porqué de ella. De todos modos, mi pequeño discurso empezó así:


‘22 de febrero de 1991: ese día lloré por el fcbarcelona. Lloré más veces: alguna por una victoria dramática, las más por derrotas que humillan algún combatiente que guerrea en tu interior; mas no me refiero a esos llantos, de algún modo, más comunes. Me refiero a un plañido a lágrima viva, a una anónima imploración en vocativo. No recuerdo muy bien la anécdota que me hizo romper a sangrar por dentro, pero sí recuerdo que pensé que si un día el presidente de ese club tuviera la oportunidad de escuchar lo que andaba aconteciendo, ese día no iba a permitir que procediera ese caminar, ese juego desleal. Para mí el fcbarcelona es una forma de reivindicar lo justo. Reivindicar lo justo a través de la excelencia; reivindicar la excelencia a través del deporte; reivindicar el deporte a través de la camiseta; reivindicar la camiseta a través del escudo; reivindicar el escudo a través del corazón; reivindicar el corazón, que palpita a través de cada uno, a través de un palpitar común; reivindicar el palpitar común cada vez que se acelera con un tanto, cada vez que se extasía con una victoria, cada vez que las cosas están en su sitio y tienen su lugar, y reivindicarlo también, al palpitar común, cada vez que sucede lo contrario. En el fcbarcelona hay un palpitar común que reivindica lo que es justo a través de lo mejor que cada uno supiera dar, y ese día me hervía esa sangre en llanto loco al verlo apagar’.



Se hizo un silencio sepulcral en el Auditorio: no se movían ni las pestañas. Fue una pena que no pudiera enlazar ése segundo bloque con la visión que tiene el club sobre sí mismo, expuesto para todo el mundo en su página web, y tener que trocar esa universalidad, de la que todos habíamos participado durante la conferencia, por la visión sesgada que el mktg pudiera dar a unos alumnos de universidad. Pero así tuvo que ser. Sin embargo, apurando ya los 40’ previstos por don Superprefeito para esa enumeración de titulares, aproveché una diapositiva en la que se comparaban datos del fcbarcelona y del Real Madrid C.F. para, en un truquito de esos de mago en el escenario, cambiar un poco el tono y decir: ‘Fíjense, ayer mismo el Avaí –es uno de los dos clubes de fútbol de Florianópolis- ascendió matemáticamente a primera división’. Hubo un pequeño revuelo de esas almas escarbando en la profundidad de sus sentimientos. ‘Todos los clubes hermanan un sentimiento común, que responde a un origen, a una originalidad histórica pero a su vez de contenido: cada club tiene una idiosincrasia, y por eso en Florianópolis tenemos a seguidores del Figueirense y a apasionados del Avaí’. Entre un barullo ellos pensaban en el Avaí y el Figueirense, eternos rivales en la isla, y asentían.

Y aproveché esa situación, a la que añadí complicidad, y proseguí con mi plan. ‘Y qué distingue entonces al Avaí del Figueirense? Cuál es la originalidad de cada cuál?' Hubo una pausa. 'Y al Barça del Real Madrid?' Tras un silencio puse voz de maestro de secundaria y me solté con un regalo: 'A ver, por ejemplo, ustedes que son alumnos de marketing, díganme, qué opinan de la pionera acción de mktg del fcbarcelona con respecto a su sponsor Unicef, al cual paga dinero y no recibe? Creen que es una buena acción de mktg? Qué vende y qué compra un club que invierte el valor del intercambio? Se trata de una idea de responsabilidad social? De justicia corporativa? De negocio? Qué dice de su idiosincrasia? Los países de las Naciones Unidas se comprometieron en 1970 con una Resolución, la 2626 creo, en la que se planteaba la conveniencia de aportar un 0.7% del PIB a fines sociales. Se ha dado que hasta el 2002 sólo cinco países del norte europeo estaban cumpliendo su palabra: Estados Unidos, hoy en día, por ejemplo, sigue aportando tan sólo un 0.11%. Pues resulta que una entidad deportiva como el fcbarcelona ha decidido destinar el 0.7% de su presupuesto a su Fundación, la cual lleva a cabo toda una serie de proyectos educativos, en el ámbito del deporte, tanto en la esfera local, como la nacional y la internacional. A ver si podemos verlo con mayor acierto: si visitamos la página web y clickamos en fundación…’

Y miré de soslayo al Superprefeito, que parecía conforme con ese revulsivo rescatado de las cenizas del silencio sin respuesta, de modo que terminamos paseándonos por la web del fcbarcelona en medio de un silencio expectante, y de la Fundación a sus proyectos, y de sus proyectos a cómo se llevan a cabo, y de ahí a su financiación, y de allí a las cuentas del club, y de allí a su estructura general, a su estructura deportiva, a sus medios, sus noticias, su historia, su origen y su fundación, la otra. Di por terminado mi camino circular y algún osado alumno prosiguió con una pregunta. Miré de soslayo al Superprefeito, que dijo que como no había más clases a continuación podíamos continuar –qué guasón, ?a continuación continuar'-, y se dieron treinta minutos de preguntas y respuestas, avaladas ellas con documentos en carpetitas, y siguieron, después de unos aplausos recíprocos, otros treinta minutos de atención personalizada a algunos alumnos que, básicamente, querían trabajar de algún modo para el fcbarcelona.

Y el Superprefeito me entregó un diploma. Lo miré de soslayo y me percaté que nunca había visto tantas faltas de ortografía en tan poco espacio. Mi nombre por lo menos tenía un error por sílaba. Con tanta atención personalizada terminé por olvidar el diploma encima de la mesa.

Y hoy día pienso que, si este genio del deporte, que brega en todos sus planos, tiene la suficiente humildad de soldado como para dirigirse aquí de nuevo -a lo que podemos llamar ahora mi terreno-, le voy a pedir que empiece por escribir bien mi nombre, que mi nombre es Joan Francesc Rosell i Güeto, y me gusta ordenarlo así.

Y es que el cuento con el que viene es ya un cuento largo, y que se quite de cuentos que ya no quiero cuentos con él. Que lo suyo es mucho cuento, que me provee de disgustos sin cuento y, a disgusto, ya lo que me cuente va de cuento. Y por ahí, no es cuento, se acabó el cuento. Quebradizo cuento de la lechera el de la frágil y pobre voluntad ingenua y sincera.

Contando ya con edad de apuntar a diana, no consigo afinar el calibre de las cuestiones personales y, cual Cupido, sigo apuntando. Supongo que debiera plantearme las cosas de un modo, simplemente, más profesional. O debiera decir menos?

¡ALLÁ cuentos!





jueves, 6 de noviembre de 2008

El deporte en Brasil (II-A)


EL DEPORTE EN BRASIL (II)

A) LA TEORÍA: FUNDAMENTOS E ILUSIONES

Desconozco la anécdota que llevó a mi namorada a explicarle a su profesor en la Unisul, la Universidad en Santa Catarina donde está realizando un intercambio de un curso escolar de duración, que su namorado, o séase, el menda, estuvo trabajando para el fcbarcelona hasta el día en que, entre él y las circunstancias, decidieron venirse para el Brasil. Tal fue el mediano alboroto que armó que, cuando apenas se cumplían unas semanas de mi llegada, va Bárbara y me pregunta si me gustaría dar una conferencia para los alumnos de marketing y otras asignaturas de la Facultad de Educación Física de la Unisul, que es privada en Florianópolis pero que sostiene un convenio con la pública Universidad de León.

Pese al ademán de retroceso, y la mueca de contorsión y distorsión, pareció que todo llevaba a conocer a quien viene a ser el regidor de deportes de la Municipalidad, el Ayuntamiento vaya, aquí también Prefeitura, de Florianópolis, claro. Aparte ejerce de profesor para dos universidades, es entrenador de un equipo de básquet femenino, tutor de una de las prácticas con las que los estudiantes se realizan como monitores y, también, representante de jugadoras de baloncesto en un plano profesional. Uau. Además quiere tener futuro en los Estados Unidos y está terminando un Doctorado que empezó en las Islas Canarias unos años atrás. Como colofón, resulta que está implicado en la Comisión de Trabajo para la Candidatura de Florianópolis como sede en el Mundial de Fútbol 2014, en el Área de Instalaciones Deportivas, y coordina alguna otra cosa que oye, bueno, no me acuerdo ya: lo dejamos en que coordina todo eso con el tiempo para su mujer, su hijo y su perro.

Tras ir a ver un partido de básquet de su interés para conocerle, me mostró la entrada de la Universidad en la que tenía previsto que yo diera mi conferencia, y también las instalaciones a medio construir que albergarán un nuevo proyecto de la Prefeitura para la Comunidad. Se trata de un Complejo Polideportivo con capacidad para 1500 personas / día, en el cual se pueden practicar simultáneamente natación, atletismo, fútbol, baloncesto, voleibol, judo, fútbol sala, etc., y en el que está previsto que se realicen talleres de todo tipo con el objeto de reunir, en ese espacio, a un numeroso grupo de jóvenes que, a falta de una ocupación mejor, pasan el día merodeando por las calles y aprendiendo y sofisticando el viejo arte de trocar en dicha aparente la desdicha real. Las víctimas contarán después que, en la dicha de tener, tuvieron la desdicha de ser robados. Mi profesor de lengua lo clasificaría como un Complemento Circunstancial de Ocasión, el de legislación como una Contraparte de la Parte: les dejo, si gustan, que se entretengan clasificando otras áreas desde las que nominar -y nominen, reinventando!-, la otra cara de la moneda que, haberlas, haylas. Y las trocamos en dicha.

Y es que el Complejo está situado a pie de morro. En el morro tiene cabida –mucha cabida- las favelas del lugar. El proyecto deportivo que antecedió al que les cuento tuvo lugar allí mismo, en el corazón del problema -donde construyeron una cancha y quisieron introducir el deporte-, pero parece ser que allí, al corazón, ya hay órganos que se encargan de hacerlo palpitar, y para mantener la contrariedad en la moneda de cambio, hay también un sistema inmunitario capaz de asimilar todo tipo de cuerpos extraños. A mí me extrañaron esos fenómenos inversos, y es que, aparentemente, y sobre todo si la miras desde la ciudad, la perspectiva desde el morro es lógicamente contraria. Y ya para empezar, a la vida se la lee por lo que te quita y no por lo que te da. Y el viejo murió joven, el joven muere de viejo y el niño, el niño ordena y, también, manda aquello que “eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca”. Aplastante la lógica cuando lo que es bueno para la comunidad de la ciudad no lo es para la comunidad de la favela. De modo que se levanta el proyecto afuera. El complejo.

Durante el año que precede a éste el de mi visita al país más grande de la América Latina, he venido cursando un máster en Gestión Deportiva, al que debo un proyecto final. El deporte siempre ha funcionado en mí como una gran herramienta de acercamiento –al propio cuerpo, a las personas, al grupo, al conflicto y su resolución- y desde la atalaya profesional en la que me preparé, el proyecto aún en ciernes de la Prefeitura me pareció una manera interesante, aunque difícil, de acercarme a la realidad del país que visitaba desde todos sus planos, por una parte – y me refiero al profesional y al personal, al plano de la cara y al plano de la cruz-, y desde todos mis planos, por el otro –en la línea que en el plano personal me descentro a menudo hacia el desfavorecido, y en el sentido también que ya venía trabajando con grupos en exclusión, entrenando a niños de varias franjas de edad y habiendo estudiado y trabajado para la gestión-.
Pensaba igual en echarle cara, aunque a la primera da para hacerse cruces. En seguida me di cuenta que se trataba más de poner la cara. Pese a ello no lo veía como una cruz. Y esos ojitos son la cara que debía poner desde el coche, cruzando la mirada para charlar y observar procesos en construcción.

Volviendo a casa el regidor, a partir de ahora Superprefeito, me explicó que quería que hablara del fcbarcelona a través de su página web, durante más o menos hora y media. Le expliqué que no estaba en mis planes la preparación de una conferencia, que mi portugués iba a cumplir dos meses y no estaba a la altura de las circunstancias, y que yo no era nadie para hablar en nombre del fcbarcelona de modo que, en todo caso, debía consultar la aprobación de quienes fueron mis mentores. No me pareció que hiciera jamás el mínimo gesto para indicar su intención de pagarme con alguna contraprestación, pero de todos modos le sugerí que la palestra podría incidir en la labor social del fcbarcelona y los proyectos educativos que ha iniciado tanto en un plano local, como nacional y, cómo no, internacional. Y miré el Complejo complejo una última vez.

Esa misma noche no pude dormir y a las cinco de la mañana, finalmente, me levanté para escribir unas notas que cumplían con todos los requisitos para ser soporte de una conferencia inolvidable, condición sine qua non para ser recordada, a su vez condición sine qua non para ser conferencia, o por lo menos así lo aprendí. Se trataba de comenzar la palestra sin presentación alguna, directo al grano en un tono alto, claro y decidido, tal y como me habían enseñado. La frase inicial sería: ‘Qué es para ti el fcbarcelona?’, y señalaría a cualquier alumno al azar -quien estaría estratégicamente sentado en una de las butacas de enfrente, como el resto de sus compañeros-, y me contestaría, por ejemplo: ‘un gran club’, lo que yo repetiría corroborativamente y, a continuación, le mandaría señalarme a un amigo suyo, a lo cual accedería. A su amigo le haría dos preguntas. La primera relacionada con la respuesta anterior: ‘Qué es para ti un gran club?’ y, la segunda: ‘Qué es para ti el fcbarcelona?’. A continuación le mandaría señalarme, por favor, a un amigo suyo o, si lo prefiriera, a un enemigo. Y así sucesivamente durante los primeros minutos de mi exposición, los dedicados a la apertura.


La apertura seguiría en la pizarra que me habrían facilitado, y donde yo escribiría separadamente los distintos conceptos de fcbarcelona que esos alumnos del otro lado del charco hubieran esbozado. Me serviría para responder a mi pregunta a través de una pequeña estadística, que realizaría sobre todo a partir del complemento de mi segundo plato fuerte: 'la bola deportiva'. Se trataría de que en 30 segundos todos y cada uno de los presentes escribieran, en la hoja que se les habría dispuesto al inicio de la conferencia para tal ocasión, la respuesta, breve y concisa, a la pregunta que funcionó como apertura de la conferencia. Pero eso no sería todo: a continuación deberían arrugarla hasta hacer una pelota y lanzarla hacia otro compañero con cualquier modalidad de cualquier deporte a elección: un lanzamiento en parábola, cualquier swing, un potente drive, una calculada touche, un remate picado, un bote pronto… Todos los deportes se permitirían también para la recepción: se podría taponar, percutir, arrastrarse por las trincheras, cantar ‘pichi’, bloquear, anticipar… Para algo serán estudiantes de Educación Física, digo yo.


Mientras se recuperarían, ellos también, del mediano alboroto, yo ya iría pidiendo al alumno más cercano que leyera lo que en su bola de papel escribiera otro, y le preguntaría cosas como si está de acuerdo con lo que lee o, simplemente, que me explicara qué interpreta de lo escrito. Cosas así –también podría preguntar al autor qué quiso expresar y compararlo con lo que el/la interlocutor/a dijo-. Para agilizarlo, tras una decena de papeletas pediría que levantaran la mano aquellos cuya papeleta pudiera vincularse al grupo 1,2,3 etc. de las clasificaciones conceptuales que hubieran salido espontáneamente en aquélla aula al otro lado del charco. Un recuento rápido y un cálculo fácil de porcentajes y chas, primer bloque finiquitado. Tiempo estimado: 30 minutos de puro deporte teórico.

Durante el segundo bloque les explicaría, justamente, ‘qué es para mí el fcbarcelona’, y allí obtendrían anécdotas de mi biografía en el fcbarcelona pero, sobre todo, una reflexión. Y es que cuando me vino esta frase, en medio de la noche en que no pude dormir, fue cuando finalmente salté de la cama para empezar a organizar la charla, la posible charla. La frase era algo tan sentido y tan cierto como corto y sencillo: “Para mí el fcbarcelona es un modo de reivindicar lo justo a través de la excelencia”. Aún le faltaba algo a la frase, pero sentía que resumía bien. Así que hice un esquema rápido del resto de bloques, ordené mentalmente el trabajo pendiente de ejecución, y un poco más aliviado volví a la cama.
Bárbara ya se levantaba: a las 6:30 parte todos los días de casa hacia la Universidad. 'Qué haces despierto?', me pregunta -ella sabe que es más fácil para mí salir a practicar deporte por las tardes-. 'Teoría para el deporte, mi amor. No podía dormir: ya tengo la conferencia', le respondí excitado'. 'Aah, pareces contento', me dice. 'Va a empezar con la frase: qué es para ti el fcbarcelona?' , respondo asertivo. 'Qué original', entona ya incorporada. 'Vamos, corre para la ducha mi amor', y me estiro con todos los cojines bajo el lomo y las manos cruzadas en el cogote. Ya perdiéndome en el infinito que se me abría en sueño, con los ojos cerrados me sonrío. Y al que venía a dormir le sueño con voz alta, clara y decidida: 'Para mí el fcbarcelona es una forma original de reivindicar lo justo a través de la excelencia'. Claro, el origen y la identidad: y me duermo.